Pto Williams, Chile,
primera recalada de nuestra travesía, amarramos al atardecer, abarloados a
barcos provenientes de países europeos
que tenían como destino La Antártida. Entre los capitanes se encontraba Isabelle
Autessier, con esa actitud que la caracteriza, su sencillez y ese perfil bajo
que tienen aquellos que han encontrado la gran
pasión en sus vidas a la que le
Recorrimos el lugar que nos
pareció simplemente maravilloso, su entorno de montañas con sus cumbres
heladas, sus casas coloridas, sus calles de ripio, su gente atenta a las
necesidades de los visitantes, navegantes extranjeros que sienten
que están navegando uno de los lugares más bellos del mundo, solo hay un calificativo que se me ocurre, desde que comencé a navegar las aguas mas australes de mi país, “impensable”.
que están navegando uno de los lugares más bellos del mundo, solo hay un calificativo que se me ocurre, desde que comencé a navegar las aguas mas australes de mi país, “impensable”.
Visitamos el Museo, con
piezas que dan testimonio de la cultura de los que fueran los primitivos
habitantes de esos lugares, los yámanas, habitantes originarios canoeros que
dieron principio con sus fogatas al nombre de estas islas” Tierra del Fuego”.
Conocimos la Casa
Stirling, primera casa de la Misión, que luego sería el hogar de la familia
Bridges, primeros colonos blancos de
Tierra del Fuego.
Ya nuevamente en el
Beagle, navegando por el paso Mackinlay
rumbo a Puerto Toro. Dejábamos atrás el Pontón Gable, La Isla de Gable, Puerto Harberton
y haciendo rumbo Sur entramos en el paso Goree,
entre las islas Navarino y
Picton,
dejando por babor la isla Snipe.
La costa se presentaba
llena de cachiyuyos mostrando la presencia de bajofondos, la meteo nos daba una
tregua y nos permitió festejar una noche de Navidad absolutamente única, en Puerto
Toro, una de las tantas bellas caletas que nos darían resguardo de los fuertes
vientos característicos de estas zonas.
Recorrimos los lugares
cercanos, conocimos parte de su escasa población civil, solo 16 personas
habitan este lugar, caminamos sobre un pasto carnoso y tupido, las flores
coloridas y los árboles y arbustos con un verde intenso, y las islas Picton y
Lenox como horizonte, un lugar increíble, solo la presencia de las trincheras
nos acercaba a otra realidad, a un tiempo pasado que aún sigue vivo en el
recuerdo de muchos.
Quien haya navegado por estas aguas, puede comprender que se siente ante la profunda y silenciosa belleza de este lugar, ni las palabras ni las imágenes pueden expresarlo, hay que vivirlo para comprenderlo.
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