lunes, 6 de febrero de 2012

CRUCERO DE INSTRUCCIÓN - NAVEGACION USHUAIA-CABO DE HORNOS - Isla Navarino. Pto Williams- Pto. Toro




Pto Williams, Chile, primera recalada de nuestra travesía, amarramos al atardecer, abarloados a barcos provenientes de  países europeos que tenían como destino La Antártida. Entre los capitanes se encontraba Isabelle Autessier, con esa actitud que la caracteriza, su sencillez y ese perfil bajo que tienen aquellos que han encontrado la gran 
pasión en sus vidas a la que le 
dedicaron  tiempo y esfuerzo, como yo la considero una “Grande”.


Recorrimos el lugar que nos pareció simplemente maravilloso, su entorno de montañas con sus cumbres heladas, sus casas coloridas, sus calles de ripio, su gente atenta a las necesidades de los visitantes, navegantes extranjeros que sienten
que están navegando uno de los lugares más bellos del mundo, solo hay un calificativo que se me ocurre, desde que comencé a navegar las aguas mas australes de mi país, “impensable”.
Visitamos el Museo, con piezas que dan testimonio de la cultura de los que fueran los primitivos habitantes de esos lugares, los yámanas, habitantes originarios canoeros que dieron principio con sus fogatas al nombre de estas islas” Tierra del Fuego”.
Conocimos la Casa Stirling, primera casa de la Misión, que luego sería el hogar de la familia Bridges,  primeros colonos blancos de Tierra del Fuego.













Ya nuevamente en el Beagle, navegando  por el paso Mackinlay rumbo a Puerto Toro. Dejábamos atrás el Pontón Gable, La Isla de Gable, Puerto Harberton y haciendo rumbo Sur entramos en el paso Goree, 
entre las islas Navarino y Picton, 
dejando por babor la isla Snipe.














La costa se presentaba llena de cachiyuyos mostrando la presencia de bajofondos, la meteo nos daba una tregua y nos permitió festejar una noche de Navidad absolutamente única, en Puerto Toro, una de las tantas bellas caletas que nos darían resguardo de los fuertes vientos característicos de estas zonas.




Recorrimos los lugares cercanos, conocimos parte de su escasa población civil, solo 16 personas habitan este lugar, caminamos sobre un pasto carnoso y tupido, las flores coloridas y los árboles y arbustos con un verde intenso, y las islas Picton y Lenox como horizonte, un lugar increíble, solo la presencia de las trincheras nos acercaba a otra realidad, a un tiempo pasado que aún sigue vivo en el recuerdo de muchos.   






















 Quien haya navegado por estas aguas,  puede comprender que se siente ante la profunda y silenciosa belleza de este lugar, ni las palabras ni las imágenes pueden expresarlo, hay que vivirlo para comprenderlo.    
































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